El Evangelio de María Magdalena es un manuscrito con un gran significado histórico y religioso, un escrito enigmático y místico. Es considerado un texto gnóstico-cristiano primitivo (del siglo II d. C.) fuera del canon de la Biblia. En el Evangelio se nota una importancia de María Magdalena, como si hubiese sido una figura casi equitativa a Jesús, una discípula principal de la iglesia cristiana. Asimismo, incluye una enseñanza sobre la «iluminación» o ascenso espiritual del ser humano.

El Evangelio de María Magdalena fue escrito entre los años 30 y 180 d. C. (según estimaciones). Son dos papiros escritos en griego y otro escrito en copto (egipcio antiguo). Fueron descubiertos en Akhmim, Egipto, en 1896. El evangelio fue bastante ignorado por medio siglo, pasando desapercibido su profundo mensaje (un problema es que sólo quedaron fragmentos incompletos). Se le ha atribuido a María Magdalena ya que en el texto se menciona a una discípula de Jesús llamada María.

El manuscrito comienza después de la crucifixión, cuando Magdalena conforta a los discípulos por la muerte de Jesús y comparte parte de sus enseñanzas secretas. En el capítulo 8 María menciona «cuatro poderes» que el espíritu sobrepasa para alcanzar el «descanso eterno». Para los gnósticos, estos poderes serían los Arcontes, unas entidades negativas que mantienen al espíritu atrapado en el mundo material.

Según la historiadora Karen King, el Evangelio de María Magdalena establece que nuestro mundo estaría «pasando a una mejor vida» (¿desapareciendo?) y que se estaría moviendo hacia una «disolución» del caos, del sufrimiento y la muerte. Jesucristo habría venido para guiar nuestras almas internas, para que descubriéramos nuestra naturaleza espiritual y regresar a una «raíz» cósmica (un dios o «Fuente» para los gnósticos), alcanzar un ascenso espiritual.